miércoles, 12 de junio de 2013

CUANDO LA INJUSTICIA ADMINISTRA LA JUSTICIA

CUANDO LA  INJUSTICIA ADMINISTRA LA JUSTICIA.


Malú Costa gritaba: EL PODER JUDICIAL ES POLÍTICO Y CORRUPTO. Esto era mientras la trasladaban de la carceleta del Palacio de Justicia al Penal de Santa Mónica, en el año 2005.

El gran Jurista Romano Ulpiano; al ser preguntado sobre el concepto de justicia, decía lo siguiente: “SUUM CUIQUE TRIBUERE”, es decir, “DARLE A CADA UNO LO SUYO”.
Si nuestra justicia fuera tan eficiente para condenar a los que debe condenar harían falta más cárceles que carreteras en nuestro territorio nacional. Esta es la realidad, a nadie le es un descubrimiento saber que nuestro Tercer Poder del Estado está infectado con numerosos magistrados, secretarios, relatores y demás personal que le va y viene al “Arreglo”, al “Cariño”, al “Agradecimiento”.  Sí, es que muchas veces inocentes y desesperados, que desde la mentalidad de Ulpiano les  correspondería salir libres, refundidos, o con beneficio penitenciario, se ven en la obligación de enviar alguna dádiva al Secretario o Magistrado para acelerar lo que les corresponde, lo que le es legítimo y esto es porque como diría Cesar Vallejo: “El momento más grave de mi vida fue mi prisión en una cárcel del Perú” Y es así, los centros penitenciarios son un infierno, en el que un inocente o purgado de su condena quiere escapar de la manera más rápida.
Los procesados estando aún en la razón, se ven en la obligación de pagar a los operadores de la justicia,  para asegurar su libertad o pretensión, porque quizás el día de la sentencia el juez está malhumorado, tuvo un problema en casa o se encuentra cansado. De pronto también  podría estar contento y aceptar toda solicitud que se le presente. Este es una gran problema, el juez no actúa según el derecho y su discrecionalidad atribuida por el ordenamiento jurídico, sino actúa por el momento, por su estado anímico, por la coyuntura, política u órdenes superiores. Ordenes que provienen de los acomodados en las esferas más altas del gobierno o de sus “Superiores” que suelen ser magistrados superiores y magistrados supremos, obviamente movidos no por humanidad o agilizar la justicia, sino movidos por ánimo lucrativo, por los famosos “lobbies”

CONSTITUCIÓN POLÍTICA DEL ESTADO
Artículo 138 , Numeral 2. La independencia en el ejercicio de la función jurisdiccional.
Ninguna autoridad puede avocarse a causas pendientes ante el órgano jurisdiccional ni interferir en el ejercicio de sus funciones. Tampoco puede dejar sin efecto resoluciones que han pasado en autoridad de cosa juzgada, ni cortar procedimientos en trámite, ni modificar sentencias ni retardar su ejecución. Estas disposiciones no afectan el derecho de gracia ni la facultad de investigación del Congreso, cuyo ejercicio no debe, sin embargo, interferir en el procedimiento jurisdiccional ni surte efecto jurisdiccional alguno.

Leído el texto anterior de nuestra carta magna, ¿Se lleva esto a cabo en nuestro país?


¿Acaso no estamos cansados los ciudadanos de a píe de ver que a los jueces les tiembla la mano para escribir torcido lo que debería ser recto? A diario los abogados litigantes tienen que luchar contra el desgano, ineptitud e incapacidad de aquellas personas que tienen el alto honor de administrar e impartir justicia.
Mal humor, abuso, solicitud de rendición de pleitesía – según ellos ganada – acompaña a muchos magistrados en su caminar diario. Pero gracias a Dios tenemos honrosas excepciones. Están los magistrados correctos, los magistrados que sí llevan la justicia como principio. Los magistrados que no les tiembla la mano para fallar según derecho y no según se lo indiquen, y en contra de su conciencia. Magistrados que con calor paternal dicen a los procesados: te vamos a dar una segunda oportunidad para que puedas cambiar. Estás palabras dichas con paternalidad pueden hacer cambiar el rumbo y la misión hasta del más dispuesto reo primario a ser prontuariado delincuente. Porque en este mundo, su mundo todo se consigue de manera más fácil y rápida.

UNA JUSTICIA QUE TARDA NO ES JUSTICIA.
La sobrecarga procesal, la falta de tiempo, entre otros factores hace que la justicia, nuevamente, tarde en resolver diferentes expedientes.  Expedientes que deben ser resueltos para condenar al culpable y para absolver al inocente.
¿Cuántas personas privadas de su libertad claman para saber un sí o un no sobre su proceso? ¿Cuántos van muriendo lentamente por las ansías y la incertidumbre de saber la resolución acerca de lo que les corresponde, por ser justo,  depende del ánimo positivo o negativo del operador de la justicia al momento de fallar? La respuesta es miles de miles de reos recluidos en los centros penitenciarios a nivel nacional.
Recientemente hemos podido observar como una persona luego de más de 35 años sin condena sale a las calles, luego de haber pasado toda esta cantidad de años recluido en el Penal de Lurigancho. Es un renacer para este infortunado, y también es una jalada de orejas para los gobernantes y los que administran justicia en nuestro país. Es una advertencia constante para no dejar de oír al que habla quechua y usa polleras, al inocente y al culpable, porque todos según nuestra constitución merecen un juicio imparcial y defensa.

CUANDO SÍ SE DEBE APLICAR UNA DURA SANCIÓN.


Muchos culpables, convictos y prontuariados pasan por los juzgados, no arrepentidos sino convencidos de que el próximo atraco será más sangriento y con más ganancia, porque por su sucio dinero han de ser liberados.
Diversos factores, como el  salvaguardar la integridad personal y la de sus familias luego de amenazas,  muchos magistrados evitan problemas y “sueltan” a la calle como toro embravecido al delincuente, al delincuente que nunca va  a cambiar, al delincuente que aún desde la cárcel, donde supuestamente se “rehabilita” se dedica a extorsionar por teléfono y a hacer “su maestría” en técnicas modernas de delito. ¿Y por qué los sueltan? ¿Por qué les dan comparecencia y beneficios que no les deben corresponder? La respuesta es variada: por sensibilidad, por oportunidad, por malos abogados que forman parte del “sistema” de lobbies, o por el ya afamado “arreglo”. Es que para nadie es un gran descubrimiento saber que el dinero corre como Pedro en su casa por las cortes de justicia de nuestro país. Para nadie es sorpresa escuchar de los mismos trabajadores del Poder judicial responder ante la pregunta ¿Cuánto percibe de sueldo un magistrado?,  la siguiente respuesta: tal  suma, fuera de muertos y heridos. Los muertos y heridos corresponden a los arreglos que se hacen bajo la mesa para recibir algo que nuevamente desde la perspectiva de Ulpiano, sobre la justicia, no les corresponde a estos delincuentes y criminales habituales y reincidentes.

En nuestro país el término Justicia no se limita solamente al ámbito de la jurisdicción relacionada estrechamente al Tercer Poder del Estado. También se refiere a la justicia social. ¿Cuantos hermanos de nuestro pueblo que son víctimas de la corrupción?  Corrupción que “se chupa” el presupuesto destinado para ellos y para progresivamente mejorar su situación.  

¿Cuantos hermanos de nuestra nación son escuchados y atendidos efectivamente por el Estado?  ¿Cuántos son maltratados en los andes de nuestro Perú por fuerzas militares y policiales por hablar quechua y no tener la culpa de no entender el castellano? Es una pregunta que nos debe redundar la cabeza para decirnos a nosotros mismos ¿Qué estoy haciendo por evitar la injusticia?  Si laboro en el sistema judicial o tengo relación con él, ¿Soy uno más de los que se han dejado absorber por “el sistema”? o Soy uno de esos “verdes” que no se casan con nadie y ha denunciado ante las autoridades y oficinas correspondientes los ya afamados arreglos y sobornos.

La corrupción siempre ha existido, existe y existirá. Pero de nosotros depende hacer que esta se desarrolle en su más mínima expresión. En nosotros está denunciar los malos manejos en el aparato estatal para que el presupuesto que es asignado para las verdaderas urgencias y necesidades de nuestro pueblo no termine convertido en domicilios, autos y cuentas millonarias.

¿Eres parte del problema o eres parte de la solución?
Finalizo con la siguiente frase de José Ingenieros: La justicia es el equilibrio entre la moral y el derecho. Tiene un valor superior al de la ley”














1 comentario:

  1. muy buen post
    hay que ayudar a mantener la corrupción en un nivel bajo, porque como tú dices nunca dejará de existir :/

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